Ya entró la golondrina a otro verano
por las calles tortuosas del Fresnillo
y al foso de sus minas muy temprano,
asoma el sol con su dorado brillo.
El canjilón en su quejar lejano
inquieta el sueño del dormido grillo
y en el atríl del peñascal cercano
desparrama su canto el pajarillo.
La plata adormecida en las campanas
apresura rebozos que se van,
susurrando asomados a ventanas
y a las huertas de místicas manzanas
que acaricia el aroma del buen pan,
horneado entre el azar de las hermanas
Van los recuerdos por el viento añejos
al conjuro de vela derretida;
al musgo asidos de los muros viejos,
huella que el tiempo abandonó en su huída.
El agua adormecida en los espejos
aún guarda tu presencia retenida,
y en plata prisionera en sus reflejos
quedó tu rostro, aunque se fué tu vida
Por ventanas bordadas en cantera
la luz penetra con curiosos ojos
tu casona, magnífica y austera
Secreto empedernido en la madera
tras duros aldabones y cerrojos
brinda el quicio a la noche que te espera.
El silencio que habita sus rincones
es guardián carcelero del sonido, y
atesora de antiguas oraciones
el perfume de incienso consumido.
Al humo ennegrecido de velones
persiste en su añoranza lo vivido,
el zaguán, en vigilia de canciones,
abriga en su ternura un roto nido..
La vida se marchó tan suavemente
que cuenta no se dió la dura piedra
y te conserva en su soñar presente.
Aún te busca, solícita y vehemente,
en tapias que abrazadas por la hiedra
no conciben jamás, que estés ausente.
Mas morir no es partir, porque la muerte,
consume la materia y no destruye,
sólo la carne posesión inerte
vuelve a la tierra, pero el alma huye.
Sólo el olvido por oscura suerte
tiene el don de matar, pero si fluye
la voz que el alma en el soñar despierte,
sobre la ausencia el recordar construye.
Aquellos que cual tú sobre la tierra
imprimieron su huella en las baldosas,
sembraron la semilla que se aferra,
cual ciprés taciturno que se entierra
y fractura y libera de sus losas,
la mariposa que el capullo encierra
y torno a reencontrarse en el paisaje
en que persistes para siempre preso,
confundidos tu sueño y el celaje
en un profundo y amoroso beso
La fronda que te presta su ropaje
acaricia tu oído con su rezo,
mientras luna hilandera borda encaje
al dulce sollozar del “intermezzo”.
Diamantes que prestaron las estrellas
camino hicieron a tu mente nauta,
alumbrada con fúlgidas estrellas.
Pajareras tus manos sin querellas
capturaron gorriones en la pauta
enamorados de sus rejas bellas.
Cual cumbre por la nieve coronada
se yergue tu romántica cabeza.
Urna de sueños que la brisa helada
tornó más blanca en su invernal crudeza..
Es espuma que viaja aprisionada
al borde de una ola con tristeza,
o niebla que se encuentra desmayada
sobre una cresta que en silencio reza
Vapor de fragua que a volar incita en
alas de paloma o de querube,
con la música suave en que dormita
y se eleva hasta el cielo donde habita
tu pensamiento convertido en nube,
arrobada al fulgor de una “estrellita”
Oigo el silbo del viento “entre las frondas”
que ensaya un coro en el pinar lejano
y agita en el maizal las cañas blondas
con invisible y cariñosa mano
y luego el manantial de dulces ondas
que brotan al marfil de un viejo piano,
y se van por las calles como rondas
con voces de cristal que intenta en vano
copiar el ave en su pulido canto.
Al hierro de un farol penden cual gota
que congelada del teclado el llanto.
Por un cielo que viste el amaranto
ya navega una prístina “gavota”
de tu alma florecida cual encanto
La tarde va intentando despedida
en el gris taciturno del ocaso;
la sombra, por los muros ascendida,
cerca tu casa en sigiloso abrazo.
Ya se duerme tu pueblo y evadida
tu música se abriga en su regazo;
y es la novia por noche sorprendida,
paseando por la calle de tu brazo.
Perfuma el callejón la melodía
cual flor nacida de tu pecho al huerto,
en que el genio sembró nota y poesía
A la luz del amor que en ti porfía
el Fresnillo musíta en su concierto
una sonata por Manuel María