TRES SONETOS EN SAN ISIDRO
Se forman al conjuro en negro manto
multiformes fantasmas en el cielo;
arrastran su silente terciopelo
doliente procesión sin voz, ni llanto.
Duerme en la fronda del jilguero el canto
dominando en sus alas miedo al vuelo',
viene y va, rama a rama con su anhelo
escuchando el silencio de amaranto.
Quejumbrosa escabulle la perdíz,
su tímida silueta en los matojos
ocultando entre gris, su manto gris.
El viento como pálido desliz
va danzando entre breñas y despojos
cual fauno melancólico y feliz.
El Boreas que cabalga a su albedrío
borbotones de nubes cruel azota,
despertando al silencio de su hastío
rueda sonidos de montaña rota.
Se eleva el farallón en desafio
al trueno cegador que lejos flota
y a maleza agitada en desvarío,
calma la sed la cristalina gota.
Explosiones gigantes en la altura
horadan el cristal del infinito
con cendales brutales de negrura.
Al ultimo celaje el sol apura
la voz del vendabal que lleva un grito
a la cumbre sedienta, sola y dura.
En la llanura soledad salobre
son mendrugos por sed las secas ramas,
donde trepa un viril gallo de cobre
que apresa al sol en su plumaje en llamas.
En tanto el tronco del peñasco sobre,
cuenta al erial aterradores dramas;
de hojarasca que vaga sola y pobre;
piel de la tierra que tornóse escamas.
El sol occiduo en el espacio cuela
rubias saetas en que el polvo danza
por dolida y reseca lontananza.
La brisa al monte en su cantar desvela
y en brusco giro al peñascal alcanza
herida por la luz. que un trueno lanza.