Se despiertan las guitarras
para cantarle a mi tierra
y entre un coro de cigarras
se asoma el sol en la sierra.
Las cabrillas van colgando
arando en el horizonte
y los gorriones cantando
en lo tupido del monte.
Con nube de plata y seda
lleva un rebozo la luna,
en los nopales se enreda,
la neblina con la tuna.
Las estrellas desensillan
a sus caballos luceros,
hacia los lienzos se orillan,
se van para otros potreros.
Un mosaico de zenzontles
desvela la flor temprana,
la luz entre los tezontles
viene sembrando mañana.
Las flores del polocote
regalan color y aroma
y el aullido de un coyote
saluda al sol en la loma.
Alborotados los gallos
lucen sus plumas de fuego,
mientras relinchan caballos
que lleva al surco el labriego.
Se pinta de grana el cielo
y el campo suelta su voz,
aves y nubes en vuelo,
se elevan buscando a Dios.