A Don Alfonso Fernández Del Busto.
Nunca la ausencia la entiendo
como pretexto de olvido
y al presente lo convido
a compartir el viviendo.
Alejarse no es morir
cuando distancia no existe,
la memoria se resiste
y se obstina en el vivir.
En tal recordar conservo
a quien puse muchos nombres,
al hermano de los hombres,
al sentimiento hecho verbo.
Hombre de dos corazones
partidos en el querer;
de sus hijos, su mujer,
sus versos y sus canciones.
lo contemplo perdido
entre las cosas del campo;
con la lluvia, con el lampo
y entre su huerto florido.
Meciéndose en los ocasos,
arrobado en los celajes,
aprisionando paisajes
con los ojos y los brazos.
Enamorando a las flores
con sus pinceles de viento,
resumando sentimiento
con palabras de colores.
Absorbiendo en las pupilas
días cristalinos y suaves,
trinos de canoras aves
y las montañas tranquilas.
Voces de majada triste,
surcos de heridas feraces;
esos profundos enlaces
del que sencillo se viste.
Del que sólo tuvo voz
para llamar a las cosas,
a los abrojos y rosas,
a la obra inmensa de Dios
Al que encontrara en el agua,
en el rito de la lluvia,
en la mies tostada y rubia
su corazón hecho fragua.
Al que habló con el cultivo
y al caminar fue sembrando,
siempre en la mano llevando
una corona de olivo.
Al que perfumó el camino
con palabras de hermosura,
al que trocó la amargura
por una copa de vino.
Estos recuerdos los digo
al que se fué y no se ha ido,
al que solo esta dormido,
al que és y será mi amigo.